Nacer, crecer, reproducirse y morir. ¿De verdad este ciclo tan simplificado puede resumir nuestro paso por este planeta? Hay mucho más entre medias, sufrimos continuos cambios y transiciones. Pero la palabra metamorfosis nos evoca, normalmente, una evolución idílica en la que lo feo se convierte en bonito, y lo que ocurre mientras tanto permanece oculto, envuelto en un capullo. ¿Es tan repulsivo que no podemos soportarlo?

Posiblemente no querríamos verlo si tuviéramos la oportunidad, parece que solo nos interesa el resultado final: esas alas que, con delicados colores y formas, nos hacen creer que lo peor ha pasado y se cerró el ciclo. Sin embargo, a menudo el proceso de transformación no concluye con belleza, o si lo hace, es efímero. La evolución no es siempre a mejor.

Esta obra trata de romper con la imagen de transformación perfecta y finita. Es una celebración y aceptación de los errores, del proceso de maduración y lo volátil, articulada a partir de las experiencias personales de las actrices que interpretan la pieza.