Es una obra intima e inmersiva. El concepto tiene su origen en el latín: abyssus. En castellano dio lugar a la palabra abisal, que se utiliza para denominar al territorio del océano más profundo, allí donde nunca llega la luz.

Este espacio, casi sin explorar debido a su difícil accesibilidad, evoca nuestra propia mente: un lugar desconocido cuya oscuridad solo la conoce quien la habita.

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Con esta pieza queremos arrojar un poco de luz a esta oscuridad, de la misma manera que la fauna marina ha desarrollado la capacidad de ser bioluminiscente, deseamos compartir y generar comunidad en esta zona, transmitir que no estamos solos.

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Somos seres llenos de luz. Esta luz, a lo largo de nuestra vida puede minimizarse o incluso apagarse. Queremos descubrir qué es lo que se oculta en nuestra propia sombra, que forma toma en cada uno de nosotros, cómo se relaciona con otras sombras.

¿Es la proyección de nuestra sombra la que alimenta la de los demás? ¿Son los demás los responsables de apagar nuestra propia luz o somos nosotros? ¿Puede el ser humano reconciliarse con su abismo?